Por: Norman Siguí

Técnicamente no es un libro de ajedrez, me refiero a que no vamos a encontrar entre sus páginas combinaciones de jugadas, teoría de aperturas u otros aspectos para el aprendizaje del ajedrez, pero no lo necesita. Trata de una gran historia muy bien enlazada con las virtudes del deporte ciencia: estrategia, táctica, pensamiento lógico y sacrificio.
La autora, Gabriella Saab, consigue con este libro, llevar al lector a la espantosa época vivida en Varsovia, durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial. Mucho se ha escrito sobre este tema, pero nunca será suficiente para recordar (y nunca olvidar), lo terrible que fue tal suceso para millones de habitantes judíos y no judíos.
La Chica que jugaba al ajedrez en Auschwitz, relata la historia de María Florkowska, adolescente polaca y gran ajedrecista, que a los 14 años es arrestada y llevada junto a su familia, al célebre campo de concentración. El libro describe todas las atrocidades que María y otros prisioneros experimentan allí, y gracias a la gran investigación previa de la autora, el relato es muy convincente y siempre apegado a la realidad de lo que allí sucedió en ese triste periodo del siglo pasado.
Desde el inicio de la historia, el ajedrez es parte central del relato. María, quien aprendió el juego con su padre, se ve obligada a jugar partidas en Auschwitz por orden de Karl Fritzsch, una de las máximas autoridades del campo de concentración, con el único objetivo de entretenerlo a él y a los demás guardias. Pero tal actividad no resulta ser un privilegio, María se convierte en un objetivo para terribles acciones de Fritzsch. Aún así, María como buena ajedrecista, logra hacer planes y estrategias para deshacerse del temible comandante y sobrevivir al exterminio que allí se lleva a cabo.
Toda la experiencia de María, se vive como una partida de ajedrez, donde cada movimiento debe ser calculado y ejecutado de la mejor forma. Nos enseña, que cada amenaza tiene su respuesta, y que la partida la gana quien piensa antes de mover, quien analiza a su rival, y mueve la piezas correctas en el momento adecuado.
La historia de María Florkowska y demás personajes en el libro, resultará conmovedora e inspiradora para cualquier lector, en especial para aquellos apasionados del ajedrez y todo lo relativo a la gran guerra en Europa. Una gran lectura que hará reflexionar sobre cómo la civilización pudo llegar a ese nivel de crueldad, y cómo las personas lucharon contra las adversidades con el fin de mantenerse con vida y algún día regresar a una vida normal, si eso era posible. Nos hará pensar también en el fuerte daño psicológico que sufrieron los prisioneros y sus familias, que el daño físico puede ser horrible, pero el daño mental es más difícil de curar. Considero también, que nos obliga a analizar qué rumbo lleva actualmente la humanidad, si estas historias pueden llegar a repetirse y si podemos hacer algo para evitarlo. Personalmente, la lectura de esta obra, me trajo muchos recuerdos de mi viaje por Europa, especialmente mi visita a Alemania y el campo de concentración de Dachau, cerca de Múnich.
Hay quien dice que la vida que llevé durante casi cuatro años no fue una vida en absoluto, pero yo no estoy de acuerdo. No es una vida que le desee a nadie, pero aun así era una vida. Mi vida. Y valía la pena luchar por ella.
María Florkowska
Finalmente quiero añadir, que todo lector encontrará muy satisfactorio y convincente el trabajo logrado por la escritora. La historia contada es ficticia, pero está inspirada en hechos y personas reales. Personajes centrales como Karl Fritzch, el comandante Rudolf Höss y el padre Kolbe, son personas que realmente existieron. Al final del libro, se dedica un pequeño apartado sobre la vida de estos y otros personajes, y una explicación por parte de la autora de como adaptó sucesos reales del Holocausto, a su gran obra: “La chica que jugaba al ajedrez en Auschwitz”.