Don Segundo

Por: Félix Fernando Ramos

No sé desde qué año trabajó en la Federación de ajedrez, pero cuando llegué por primera vez, a finales de los 80s, don Segundo Quiñonez ya estaba ahí. Era un viejito de aspecto menudo, flaco, vestido de manera formal; era el encargado de la custodia y préstamo de las piezas de ajedrez, que proporcionaba a quien las solicitara y que previamente se identificara con el carné de afiliado a la Federación y posteriormente a la Asociación de ajedrez del departamento de Guatemala.

Cuando la Asociación de ajedrez entró en funcionamiento se estableció que cada asociado tenía que pagar una cuota mensual de un quetzal, don Segundo era el encargado de mantener al día a los asociados, no prestaba piezas a alguien que estuviera atrasado. Además, era el responsable de emitir los recibos 45C en donde se hacía constar el pago. Recibía el dinero y no emitía el recibo en el momento, después se lo doy, decía. El caso es que le tomaba bastante tiempo redactar tal documento, porque su letra era en extremo caligráfica y estilizada.

Don Segundo, présteme unas piezas, por favor; decían todos. Había que ser educado con el doñito, porque era algo cascarrabias, aunque siempre servicial. De inmediato se iba hacia la bodega con sus pasitos de anciano y al rato regresaba con el juego.

No recuerdo si su horario de trabajo terminaba a las ocho o nueve de la noche, solo que era bastante puntual para recoger las piezas. Unos minutos antes de la hora de salida se acercaba a cada mesa, entregaba el carné y pedía los juegos de vuelta. Más de alguno se negaba a entregarlo de inmediato, entonces don Segundo iba agarrando pieza por pieza, su lema era: Pieza capturada, pieza guardada. Esta acción era llamada: Variante don Segundo.

Todos los que llegamos a la Federación de ajedrez en los años 80s conocimos a don Segundo y, de seguro, tenemos más de algún recuerdo del doñito que prestaba las piezas.

Fui asiduo asistente a la Federación a finales de los años 80s, luego dejé de llegar. No recuerdo en qué año ya no estuvo don Segundo. Después la Federación puso a alguien más a prestar piezas. A cualquiera que ocupara el puesto de sucesor de don Segundo era lógico decirle: don Tercero. Después simplemente se le decía: el piecero. Como don Segundo era un anciano de avanzada edad en aquella época, asumo que ya murió, pero sirvan estas líneas para agradecer y recordar su servicio a los ajedrecistas.

1 thought on “Don Segundo”

  1. Conocí a Don Segundo… Era muy educado y de corte antiguo… Llegaba a la federación de ajedrez, en bicicleta, cuando quedaba en el cuarto nivel del palacio de los deportes… Tenía una letra muy bonita, con la que llenaba los recibos, qué deplano por eso no los daba en ése mismo instante.

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